Tacones lejanos...

Aprovechando la tarde del jueves, libre para mi novia y libre para mi (como el resto de las tardes), nos dirigimos hacia esa maravillosa calle de la capital llena de tiendas, la infame calle Colón. Yo pensaba que a estas alturas de agosto la fiebre de las rebajas, esa que transforma a las mujeres de mediana edad en animales salvajes, habría sido consumida por la crisis (o desaceleración, según gustos) pero me equivoqué.

Entramos en una tienda de la calle Jorge Juan, calle pija por excelencia, una zapatería llamada Yakare. Desde la puerta podía observar varias cosas que me llamaban poderosamente la atención... tres dependientas con aspecto de trabajar poco y sin ganas, unas 30 mujeres con zapatos en las manos presas de una catarsis colectiva (como si hubiera Manolos a 20 euros) y un mariquita con los pantalones demasiado caídos para mi gusto arreglando es escaparate.

Debía ser éste el encargado, porque mientras las mujeres se comían vivas a las dependientas, la mariposa revoloteaba por el escaparate colocando los zapatitos por colores a su antojo. Sólo se movió 1 vez del escaparate para ir a por más zapatos... y aprovechar el viaje pasa pisarme mis nuevas Converse Classic... No voy a quejarme del tumulto de gente allí congregada, ni de las mujeres que van con el carrito del bebé a comprar y ocupan 3 veces más espacio del necesario... voy a criticar a las abuelas, esas que van con su pelito corto, a lo "chico", con su tinte barato y su nieto cogido de la mano o en el correspondiente "Maxi-cosi". Esa señora que se cree en posesión del espacio-tiempo, que no hace colas porque debe pensar que haber pasado la guerra le da derecho a colarse, esa mujer que cruza su cochecito en mitad de la tienda como Mad Max y te obliga a rodearla o a pasar clavándote el carrito en ciertas partes delicadas... esa mujer que toca cada uno de los zapatos que tú vas a probarte por el simple hecho de que están baratos y no quiere que te los lleves... aunque ella no tenga edad ni equilibrio para ponérselos.

Esas son las mismas impertinentes que cuando van a pagar tardan 3 veces más de lo necesario, esas que en las colas del super quieren colarse con la frase "¿me dejas pasar hijo, que sólo llevo 2 cosas?"... señora, yo también llevo 2 cosas!! Esas mujeres cuya respuesta a todo es "¡¡esta juventud!!" Estamos cansados de sus impertinencias y de su falta de educación. Mi abuela, que en paz descanse, también pasó la guerra, también pasó hambre, pero no era una impertinente, tenía mucha más educación que muchas que pudieron ir al colegio y no tuvieron que trabajar con 9 años. Al final todo se resume en lo mismo, educación...