Harto ya de hablar de cobardes, como el señor Emery, empezaremos a hablar de valientes. No deben de haber muchos en este país, ya que ni siquiera los que van a cazar lo hacen como Dios manda... pagan para que les suelten los animalitos por delante y ellos les pegan los tiros sentaditos con su cervecita cerca. Hoy quiero hablar de valientes como mi amigo de Lazkao.
Porque te pasas muchos años de tu vida ahorrando y reformándote un piso, con la simple ilusión de irte a vivir con tu novia... y un día llegan los cobardes y ponen una bomba a una sede socialista que está bajo tu casa y se cagan en tu esfuerzo. ¿Y qué hace un pobre hombre al que la ley en este país no ampara? Cualquier otro se hubiera aguantado, hubiera dado su pataleta y se habría puesto a trabajar para volver a dejar su casa como antaño.... un valiente coge una maza enorme y se lía a golpes con la herriko taberna del pueblo.
Yo no puedo hacer otra cosa mas que apoyar a esta persona, porque ese destrozo no valdrá para mucho (seguro que será rehabilitada con fondos públicos del ayuntamiento) pero su gesto hace que algunos nos pongamos en pie y admiremos a otro ciudadano. Porque en estos tiempos de crisis, donde uno no ve mas que miseria y demagogia barata desde la calaña política, un gesto así es la diferencia entre dejar que pasen las cosas y dar un paso al frente para que no vuelvan a pasar.
Ahora aparecen pintadas, amenazas, manifestaciones... y el chaval se va de su ciudad ante el miedo... ¿Pero miedo a qué? Ésta escoria es un valiente cuando van en manada, con la cara tapadita y tachando de fascista a alguien que no hace nada diferente a lo que hacen ellos. Esa es la valentía de la gentuza que se escuda en su libertad para coartar la de los demás.
Desde aquí quiero mandar mi apoyo, tanto a él como al movimiento que parece empezar a coger fuerza para aplicar penas más duras. Esperemos que entre tantas medidas inútiles del gobierno, como dar 800 millones de euros más a los catalanes, alguien se dé cuenta de cuales son los problemas de este país.
