jueves, octubre 08, 2009

Donde dije digo, digo Diego...


Hoy en día, en esta sociedad de mierda donde vivimos, la palabra de una persona viene a valer lo que un billete de 3 euros... nada. No hace mucho, una conversación entre hombres que terminaba con un apretón de manos valía tanto o más que una firma ante notario. La nobleza y la palabra son atributos tan necesarios en las personas como la educación, pero poco a poco van desapareciendo de nuestro alrededor como un puñado de sal en el mar.

Vengo a decir ésto por un suceso que me ha pasado recientemente. No, no me refiero a mi cambio en la vida laboral, me refiero a mi servidor de servicios de internet. Desde hace un año tengo mi línea con Telefónica, no tengo grandes quejas, dan un buen servicio y el precio era un poco más caro que la competencia, pero no me quemaba demasiado. El antiguo (y aún poderoso) monopolio del gobierno iba a subirme la factura unos 20 euros después del primer año, así que me hice el listo y llamé para amenazar con que me daba de baja. Esta táctica, ruin pero efectiva, me consiguió un descuento de la cuota de mantenimiento de línea durante 6 meses, lo que colmaba mis expectativas y me ahorraba el trámite del cambio de compañía.

Cual es mi sorpresa, cuando llega la factura y del descuento hay menos rastro que de la calidad de Albelda. Llamo a atención al cliente, me atiende un "camarada revolucionario" y tras 4 explicaciones comprende lo que reclamo, pero me dice que en unos 10 días me devuelven la pasta. Como ya me habían tocado la moral, inicio los trámites para el cambio a Jazztel, no me gusta que me tomen por tonto. En cuanto he iniciado la portabilidad, me han llamado ya 3 veces (más que en todo el año en el que he estado con ellos).

Así pues, inicio una nueva vida on-line con nueva compañía. Espero no tener que escribir en mi blog quejándome de ella, pero al final, sin querer cambiarme de ISP, por no mantener su palabra me han obligado al cambio... ojalá lo hicieran todos.

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