John Rambo

Acabo de llegar del cine. Hemos ido a ver American Gangster. Es una buena película, con un tema bastante trillado, un par de actores de los que garantizan buena crítica de expertos y la verdad es que sus más de dos horas no se hacen demasiado pesadas para el espectador.

No soy crítico de cine (ni pretendo serlo, la verdad) y mis gustos son bastante más típicos de adolescente marcado por su juventud ochentera, que de gafapasta que cree que sabe más de cine que un tertuliano de Garci.

Desde mi humilde púlpito, me siento en la obligación de criticar como hacía en mis comienzos, dando a diestro y siniestro. Vengo de Kinépolis, un buen cine, con buenas pantallas y buen sonido... pero unas butacas que no deben lavar desde el día que lo inauguraron y que casi podría llevarme a casa de lo que se mueven. Me molesta la gente que come en el cine, para comer esta el Foster Hollywood, el Bocatta.... o la sala de estar de tu casa mientras ves el telefilm de Antena 3 de las 4 de la tarde. Me enerva la gente que cree que está en el salón de su hipotecada casa, con los pies sobre el asiento de delante (he llegado a ver gente descalzada) o que comenta con su pareja lo aburrida que es la película o lo guapo que está el protagonista.

Pero lo que realmente me molesta es la gente que llega a Kinépolis a las 4 de la tarde como yo, con el parking vacío, con sitio para aparcar camiones si quisieran, y que dejan sus coches aparcados en la calle de acceso, con dos ruedas sobre la acera, para salir así directamente de la sala al coche. A esos les reventaba yo sus retrovisores, todos y cada uno de ellos, porque son escoria. Gentuza que por no andar 4 minutos deja sus chatarras mal aparcadas, dejando un único carril de salida de ese complejo de ocio tan lejano de mi pueblo, y obligándome a circular sobre la línea de separación. Ahí es donde reclamo yo un policía que ponga multas, que llame a la grúa o que haga al menos acto de presencia. Ese mismo policía que no hace más que dar por el culo en situaciones cotidianas donde nunca debería aparecer, pero que hace caso omiso a su deber.

Aprovecho para agradecer a la policía local de mi pueblo (Silla) que ha permitido que corten la Avenida de Alicante para que los falleros de los cojones hagan su presentación en plena calle. Creia que las calles se cortaban el día 12 o 13 de marzo, pero en este pueblo, que parece el Corral de la Pacheca (un recuerdo para el gran Lauren Postigo), cada uno hace lo que le sale de los mismos, con el beneplácito de una policía local ridícula y lamentable que sólo se preocupa de recaudar en beneficio propio.

En fin, ahora que me he relajado, os comento que, gracias a mi novia, el próximo jueves iré al preestreno de John Rambo, donde mi vena ochentera bombeará sangre como si no estuviera bien. No se si me pondré mi pañuelo rojo en la frente o si iré directamente con el arco al hombro, pero lo que os aseguro es que disfrutaré como un niño como lo hice en Rocky Balboa.