Son las 6 de la mañana, llevo 120 horas trabajadas en 11 días ininterrumpidos, muchas horas frente al ordenador, muchos planos lanzados por las impresoras... y aún tengo fuerzas de entrar y escribir en el blog mientras mi novia duerme sola en casa y no sé a que hora puedo llegar.
En tiempos de crisis como los que estamos atravesando muchos se sorprenden de que tenga tanto trabajo y me pegue estas palizas para levantar el país. Alguien tiene que trabajar, y no seré yo quien deje que ésto se venga abajo y sea desmenuzado por un puñado de cobardes aprovechados. Y es que, en tiempos de crisis, hay dos grandes perjudicados, los que pierden el trabajo y los que lo conservan.
Es obvio que los que pierden su trabajo están jodidos. Tal vez estás muchos años en una empresa, bien valorado y con un puesto mejor o peor remunerado, pero tuyo. Un día todo se va por la taza del retrete y te ves haciendo cola en una oficina del INEM, rodeado de gente como tú que no sabe estar parada... y gentuza de esa que no quiere trabajar, y no hace más que buscar excusas para seguir chupando del bote.
El otro grupo es tal vez el gran olvidado. Conservas tu trabajo mientras a tu alrededor todo el mundo se va quedando parado, y parece que el volumen de tu trabajo aumenta exponencialmente... pero tu sueldo queda congelado porque el IPC ha cerrado el año en el 1,4%. Las empresas se escudan en que la cosa esta malita, que todos tenemos que apretar... algunos escurren el bulto y mantienen su ritmo habitual (o lo bajan un punto). Otros tenemos dentro un gen maligno, un gen inculcado en tu educación de la infancia, que te empuja a apretar el culo y trabajar más y mejor. No te importa que tu suelo sea insuficiente para darte caprichos, a ti lo que te importa que cumplir, como te dijo tu madre de pequeño... por la misma razón que te avergüenzas cuando alguien te pega el puro porque has hecho algo mal y lo sabes... porque en el fondo quieres ser una persona decente como tus padres.
Y en esta coyuntura te ves aquí, trabajando como un cabrón, pero contento de haber cumplido y ver como proyecto tras proyecto se vas convirtiendo en mejor profesional... y peor novio. Al que le diga que hace 48 horas que no le veo la cara a mi novia, con la que comparto cama, no se lo cree. Pero ésto es así, en tiempos de crisis algunos levantaremos el país, otros seguirán dejándolo en caída libre... como algunos dejan caer al Valencia.